La linea de la tiza es es el título de una historia que surgió este verano tras una anécdota en una sesión de terapia.

Ese día Héctor movido por su fascinación por el movimiento puso, como tantas veces, en peligro su integridad física. En esta ocasión el peligro en movimiento eran unas bicicletas de “freestyle” o similar en pleno salto.

Por mucho que intentamos convencer a Héctor del peligro que suponía él no era capaz de atender a razones porque sus interés y sus obsesiones están muy por encima de cualquiera norma o razonamiento. Así que en ese momento Esther decide echar mano de la tiza y hacer una linea en el suelo para que visualmente entendiera que de ahí no se podía pasar, y aunque no estábamos muy convencidas de que funcionase... sorprendentemente funcionó!! y Héctor pudo disfrutar del espectáculo desde la barrera sin correr peligro.

“Mi mirada...” en ese momento se quedó perdida en esa linea de tiza y aquí la reflexión:

Si yo pretendo que esa norma/linea sea efectiva al día siguiente y al otro y al otro tendré que volver a pintarla cada día como si fuera el primero, porque esa linea de tiza no se fija, se borra. Y este es el símil con la manera de aprender de Héctor, cada día tenemos que repetirle las mismas cosas, de la misma manera, como el primer día, mejorando la destreza a la hora de hacerlo y siendo cada vez más capaces... con la esperanza de que algún día esa norma se fije por la insistencia, por la perseverancia, como tal tal vez algún día fijaremos esa “linea de tiza” con un surco en el asfalto.