“En el baño”

 

Acompañando el otro día a mi sobrina al baño y sin quitar ojo a su primo Héctor , ella, pequeñita en tamaño y edad, pero enorme en su capacidad de observación me dijo:

-Madrina sabes que? Héctor ya nació grande y es por eso que no hace caso.

No hace caso...
Nació grande... (hicieron eco...)

Me encanta esa capacidad deductiva de los niños, me gusta también que me cuenten su forma de ver el mundo y más si esa forma incluye a Héctor porque de algún modo me permite hablarles con la mayor naturalidad posible de esas otras formas diferentes que ellos perciben la realidad.

Supongo que ella piensa que tal vez no hace caso porque en su crecimiento se saltó alguna etapa (interpretación personal), tal vez esa en la que se nos enseña a ser “obedientes”, cuando en realidad toda la vida se nos enseña a obedecer.

-Cariño, Héctor nació pequeñito, después fue como tu y ahora siendo más grande sigue siendo pequeño. Lo que ocurre es que Héctor es como una persona cuando habla otro idioma, tenemos que repetirle las cosas varias veces, con paciencia, cariño, sin enfadarse y usar sus dibujitos (pictogramas) para que nos pueda entender... Y tal vez no a la primera, ni a la segunda pero al final en muchas cosas si nos hace caso.

Se lo digo y me lo repito pensando precisamente en todas esas veces que pierdo la paciencia, pero de todas formas reflexionaba, ahora ya sin decírselo a ella, que esta convivencia intensa con él en el día a día me hace cuestionarme muchas cosas, ser más tolerante y ver más allá, de este modo soy perfectamente capaz de entender y aceptar muchas veces su “desobediencia” porque en realidad yo creo que esta sociedad está llena de normas y muchas completamente innecesarias.

Por otra parte me hace reafirmarme en mi idea de que “En el baño” muchas veces sin darnos cuenta ocurren muchas historias bonitas que a mi me encanta registrar especialmente con mi mirada.